La Plaza Central de
Tegucigalpa, se delineó desde la
época en que Don Juan de la Cueva fue nombrado como el primer Alcalde Mayor del
Real de Minas.
Las investigaciones realizadas por el Dr. José María Reina
Valenzuela, recogen aspectos importantes sobre los años que después de 1578,
determinan los cambios que se realizaron al organizarse el centro minero que
originalmente comenzó a levantarse con las casas construidas en el sitio donde
hoy está ubicada la Iglesia de Los Dolores.
Para establecer el centro y determinar la jurisdicción de
Tegucigalpa, se aplicaron los términos contemplados en la real provisión
ordenando que se designaran los solares donde se construirían la Iglesia, la
Caja Real, el edificio del Cabildo, la casa del cura, un sitio para atender a
los enfermos y otras dependencias, prohibiéndose asignar a particulares predios
para ser utilizados para levantar viviendas.
Desde la plaza central se determinó que salieran dos calles
anchas que pasaran por sus laterales de oriente a occidente y dos calles
angostas orientadas de norte a sur que de acuerdo a los primeros trazos se
comunicaran con otras calles y callejones provenientes de los sitios donde
residían españoles, mestizos e indígenas.
La primera iglesia parroquial de Tegucigalpa, construida de
adobe y madera, quedó reducida a cenizas en el año de 1746 cuando un voraz
incendio destruyó la hermosa estructura que se encontraba al lado del primer
Convento de La Merced a un lado de la plaza.
La nueva iglesia parroquial comenzó a construirse años
después de la tragedia, gracias al esfuerzo y empeño del Presbítero Don José de
Zelaya, cura párroco que contrató los servicios del arquitecto guatemalteco Don
Gregorio Niancaceno Quiroz, el artista tallador Don Vicente Gálvez y sus hijos,
quedando concluida la obra en 1782 siendo consagrada como Catedral de
Tegucigalpa por el Obispo Fray Antonio de San Miguel el día 28 de septiembre
día dedicado al Patrón de la Villa, San Miguel Arcángel.
El Real de Minas comenzó a crecer en pobladores y en casas
que estaban ubicadas en los primeros barrios.Al otorgársele el título de Villa en 1768, Tegucigalpa ya
era uno de los centros poblacionales más importantes de la provincia y en su
plaza central se realizaban los eventos oficiales y religiosos de mayor
relevancia.
En diciembre de 1821, cuando la Junta Provincial de Gobierno
de Guatemala le concede a Tegucigalpa por su lealtad a la independencia el título
de ciudad, en su plaza central se llevaron a cabo los festejos que las
autoridades del Cabildo compartieron con el pueblo.
Muchos años pasaron y la Plaza de Tegucigalpa era un predio
vacío, con sólo unas bancas de madera para que descansaran los parroquianos y
después de la independencia se instaló una enorme asta frente a la Catedral
donde se izaba primero el pabellón de la República Federal y después el emblema
del Estado de Honduras.
Cuando en 1880 el Dr. Marco Aurelio Soto traslada la capital
de Comayagua a Tegucigalpa, una de las primeras iniciativas de su gobierno es
remodelar las plazas existentes, la central, la del Convento de La Merced, la
de San Francisco y la de Comayagüela.
Ordena a Francia la confección de una estatua ecuestre del General
Francisco Morazán y cuatro representativas de las cuatro estaciones del año
para ser instaladas en la Plaza Central, una estatua del ilustre hondureño Don
José Cecilio del Valle para ser ubicada en la plaza de San Francisco, dos
bustos uno de Don José Trinidad Cabañas y otro del padre José Trinidad Reyes
para la plaza de La Merced y una hermosa estatua de Don Cristóbal Colón para
Comayagüela.
Como el pedido de las obras escultóricas no fue entregado
durante su gobierno, le correspondió al General Luis Bográn el día de su toma
de posesión el 30 de noviembre de 1883, una vez tomada la promesa de Ley en el
salón de sesiones del Congreso Nacional, primero develizar la hermosa estatua
del Paladín de la Unión Centroamericana en la Plaza Central y luego las de
Valle frente a San Francisco, los bustos de Cabañas y Reyes en La Merced y
frente al Mercado "San Isidro" la de Don Cristóbal Colón.
La plaza central pasó desde esa fecha a llamarse Parque
Morazán. La estatua del héroe se colocó en el propio centro y en las cuatro
esquinas las representativas de las estaciones del año. Se levantó un hermoso
quiosco en el extremo suroriental que servía para los conciertos y
representaciones artísticas populares. Se colocaron bancas, se sembraron
árboles y años después se colocó una verja de hierro a su alrededor, se
instalaron faroles decorativos en 1907 y en los años treinta a su alrededor se
construyeron unas enormes bancas de cemento en forma semicircular que le daban
al lugar el señorío del más elegante jardín público de la capital.
Rodeaban al parque en aquellos años, la Catedral
Metropolitana, el viejo edificio del Tribunal Superior de Cuentas, el Museo
Nacional, La Samaritana, el Banco de Honduras, un viejo inmueble donde
funcionaba la tienda de los hermanos Hasbum conocida como La Moda de París, Los
Corredores y una esquina del edificio propiedad de Don Trinidad Mendoza donde
funcionó la Farmacia Unión.
La estatua del General Morazán estaba dirigida hacia el sur
como atisbando desde el bronce los campos de la batalla de La Trinidad donde su
genio militar se cubrió de gloria. Su imponente figura estaba frente a la
entrada de la Catedral, templo en el cual recibió las aguas del bautismo en
1792 y además el pedestal estaba donde se sembró la estaca que los medidores
José Antonio Avilés y Lucas Romero utilizaron en 1763 para trazar las cuatro
leguas a la redonda que le daban jurisdicción territorial al Real de Minas de
Tegucigalpa.
Estas consideraciones históricas no fueron tomadas en cuenta
por los urbanistas que en la década de los setenta, decidieron convertir el
Parque Morazán en una Plaza Cívica, cerraron la calle que pasaba bordeando el
atrio de la Catedral, cortaron la Avenida Paz Baraona para transformarla en
calle peatonal, cambiaron el sitio de la estatua y la orientaron hacia el
norte, en fin, el modernismo devoró la historia de la ciudad haciendo
desaparecer el sabor colonial del centro tegucigalpense, contribuyendo esa
expansión a que la plaza se desordenara hasta convertirla en un enorme mercado
central con la presencia de los vendedores ambulantes.
Las diferentes fotografías que hoy publicamos para ilustrar
nuestra última sección del año 2003 muestran en diferentes épocas la historia
de la Plaza Central de Tegucigalpa que la actual Alcaldía Municipal buscará
restaurar y rescatar en gran parte para que los capitalinos podamos sentirnos
orgullosos como se sienten los mexicanos de su Zócalo, los peruanos de su Plaza
de Armas en Lima y en otras ciudades donde se ha logrado conservar lo que nos
legaron nuestros antepasadossu plaza central se delineó desde la época en que
Don Juan de la Cueva fue nombrado como el primer Alcalde Mayor del Real de Minas.
Las investigaciones realizadas por el Dr. José María Reina
Valenzuela, recogen aspectos importantes sobre los años que después de 1578,
determinan los cambios que se realizaron al organizarse el centro minero que
originalmente comenzó a levantarse con las casas construidas en el sitio donde
hoy está ubicada la Iglesia de Los Dolores.
Para establecer el centro y determinar la jurisdicción de
Tegucigalpa, se aplicaron los términos contemplados en la real provisión
ordenando que se designaran los solares donde se construirían la Iglesia, la
Caja Real, el edificio del Cabildo, la casa del cura, un sitio para atender a
los enfermos y otras dependencias, prohibiéndose asignar a particulares predios
para ser utilizados para levantar viviendas.
Desde la plaza central se determinó que salieran dos calles
anchas que pasaran por sus laterales de oriente a occidente y dos calles
angostas orientadas de norte a sur que de acuerdo a los primeros trazos se
comunicaran con otras calles y callejones provenientes de los sitios donde
residían españoles, mestizos e indígenas.
La primera iglesia parroquial de Tegucigalpa, construida de
adobe y madera, quedó reducida a cenizas en el año de 1746 cuando un voraz
incendio destruyó la hermosa estructura que se encontraba al lado del primer
Convento de La Merced a un lado de la plaza.
La nueva iglesia parroquial comenzó a construirse años
después de la tragedia, gracias al esfuerzo y empeño del Presbítero Don José de
Zelaya, cura párroco que contrató los servicios del arquitecto guatemalteco Don
Gregorio Niancaceno Quiroz, el artista tallador Don Vicente Gálvez y sus hijos,
quedando concluida la obra en 1782 siendo consagrada como Catedral de
Tegucigalpa por el Obispo Fray Antonio de San Miguel el día 28 de septiembre
día dedicado al Patrón de la Villa, San Miguel Arcángel.
El Real de Minas comenzó a crecer en pobladores y en casas
que estaban ubicadas en los primeros barrios.
Al otorgársele el título de Villa en 1768, Tegucigalpa ya
era uno de los centros poblacionales más importantes de la provincia y en su
plaza central se realizaban los eventos oficiales y religiosos de mayor
relevancia.
En diciembre de 1821, cuando la Junta Provincial de Gobierno
de Guatemala le concede a Tegucigalpa por su lealtad a la independencia el
título de ciudad, en su plaza central se llevaron a cabo los festejos que las
autoridades del Cabildo compartieron con el pueblo.
Muchos años pasaron y la Plaza de Tegucigalpa era un predio
vacío, con sólo unas bancas de madera para que descansaran los parroquianos y
después de la independencia se instaló una enorme asta frente a la Catedral
donde se izaba primero el pabellón de la República Federal y después el emblema
del Estado de Honduras.
Cuando en 1880 el Dr. Marco Aurelio Soto traslada la capital
de Comayagua a Tegucigalpa, una de las primeras iniciativas de su gobierno es
remodelar las plazas existentes, la central, la del Convento de La Merced, la
de San Francisco y la de Comayagüela.
Ordena a Francia la confección de una estatua ecuestre del
General Francisco Morazán y cuatro representativas de las cuatro estaciones del
año para ser instaladas en la Plaza Central, una estatua del ilustre hondureño
Don José Cecilio del Valle para ser ubicada en la plaza de San Francisco, dos
bustos uno de Don José Trinidad Cabañas y otro del padre José Trinidad Reyes
para la plaza de La Merced y una hermosa estatua de Don Cristóbal Colón para
Comayagüela.
Como el pedido de las obras escultóricas no fue entregado
durante su gobierno, le correspondió al General Luis Bográn el día de su toma
de posesión el 30 de noviembre de 1883, una vez tomada la promesa de Ley en el
salón de sesiones del Congreso Nacional, primero develizar la hermosa estatua
del Paladín de la Unión Centroamericana en la Plaza Central y luego las de
Valle frente a San Francisco, los bustos de Cabañas y Reyes en La Merced y
frente al Mercado "San Isidro" la de Don Cristóbal Colón.
La plaza central pasó desde esa fecha a llamarse Parque
Morazán. La estatua del héroe se colocó en el propio centro y en las cuatro
esquinas las representativas de las estaciones del año. Se levantó un hermoso
quiosco en el extremo suroriental que servía para los conciertos y
representaciones artísticas populares. Se colocaron bancas, se sembraron
árboles y años después se colocó una verja de hierro a su alrededor, se
instalaron faroles decorativos en 1907 y en los años treinta a su alrededor se
construyeron unas enormes bancas de cemento en forma semicircular que le daban
al lugar el señorío del más elegante jardín público de la capital.
Rodeaban al parque en aquellos años, la Catedral
Metropolitana, el viejo edificio del Tribunal Superior de Cuentas, el Museo
Nacional, La Samaritana, el Banco de Honduras, un viejo inmueble donde
funcionaba la tienda de los hermanos Hasbum conocida como La Moda de París, Los
Corredores y una esquina del edificio propiedad de Don Trinidad Mendoza donde
funcionó la Farmacia Unión.
La estatua del General Morazán estaba dirigida hacia el sur
como atisbando desde el bronce los campos de la batalla de La Trinidad donde su
genio militar se cubrió de gloria. Su imponente figura estaba frente a la
entrada de la Catedral, templo en el cual recibió las aguas del bautismo en
1792 y además el pedestal estaba donde se sembró la estaca que los medidores
José Antonio Avilés y Lucas Romero utilizaron en 1763 para trazar las cuatro
leguas a la redonda que le daban jurisdicción territorial al Real de Minas de
Tegucigalpa.
Las diferentes fotografías que hoy publicamos para ilustrar
nuestra última sección del año 2003 muestran en diferentes épocas la historia
de la Plaza Central de Tegucigalpa que la actual Alcaldía Municipal buscará
restaurar y rescatar en gran parte para que los capitalinos podamos sentirnos
orgullosos como se sienten los mexicanos de su Zócalo, los peruanos de su Plaza
de Armas en Lima y en otras ciudades donde se ha logrado conservar lo que nos
legaron nuestros antepasados.
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